Al dividir la red en segmentos más pequeños y aislados, las organizaciones pueden mejorar la seguridad, reducir el impacto de posibles ataques y facilitar el cumplimiento de normativas.
Si bien la implementación puede ser compleja y costosa, los beneficios en términos de seguridad y resiliencia operativa son esenciales para proteger los sistemas de control industrial frente a ciberamenazas.